Esta frase cierra el libro "Suspiros de ayer y de hoy" de Agustín de Ante, Agustín Barrio; primero franciscano, luego maestro, y siempre, escritor; que dio un paso adelante buscando un nuevo lugar donde seguro terminará el libro que dejó iniciado, el víspera de domingo de Ramos allá en Sevilla, el 12 de abril de 2014. Esta es una reseña leída en su funeral ...
Foto: Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Águila (Palmete)
Nuestro hermano Agustín Barrio Fernández, nació un 27 de abril de 1929 en San Clemente de Valdueza, provincia de León y Diócesis de Astorga. Hijo de Manuel y Dosinda, recibió el bautirsmo al día siguiente de su nacimiento, en la parroquia de San Clemente. Tras ingresar en el Colegio Seráfico comenzó su vida religiosa en septiembre de 1944 con la toma de hábito, profesando temporalmente el 9 de septiembre de 1945 en el Santuario de Nuestra Señora de Loreto.
Trasladado al Monasterio de Santa María de Guadalupe, comienza los estudios de Teología y emite su profesión solemne el día 7 de mayo de 1950, en manos de Fr. Jerónimo Bonilla. El 28 de junio de 1953, ante la venerada imagen de Santa María de Guadalupe, el Cardenal D. Arturo Tavera Araoz, a la sazón Obispo de Albacete, le confiere el Orden sacerdotal.
Su primer destino fue el colegio de San Antonio de Padua, en Cáceres donde permaneció trece años como docente prestando distintos servicios a la Fraternidad. Llevado de su vocación misionera, en octubre de 1966 marchóaa Bolivia, al Colegio de San Antonio de la Paz, incardinándose en la Provincia Misionera de San Antonio. El 20 de diciembre de 1999,regresa a España por motivos de salud, y se adscribe a la Provincia Bética, siendo sus destinos: el Santuario de Nuestra Señora de Loreto, en Espartinas (Sevilla); el Convento de San Miguel de las Victorias, en La Laguna (Tenerife); el Convento de San José, en Las Palmas de Gran Canaria y la Fraternidad de Nuestra Señora de Águila, en Palmete (Sevilla) en la que residió hasta su muerte, prestando sus servicios en la Residencia de ancianos, la Pastoral de la salud y la parroquia.
Nuestro hermano era un gran amante de la cultura, buen lector y estudioso de cualquier libro que cayese en sus manos. Tenía verdadera pasión por el saber y el Señor le dotó con el arte de la escritura, siendo autor de varios libros de poesía y de prosa poética. Su habitación era su pequeña biblioteca, y en ella, Agustín de Ante, pasaba muchas horas leyendo, componiendo, escribiendo, recuperando la memoria histórica de la Provincia y de la misma Orden.
El sábado, 12 de abril, el Señor le llamó para que contemplase la funte de la sabiduría y celebrase la Pascua eterna.
Descanse en paz
Ruth Terrazas de Martínez San Antonio- La Paz
Hace ya dos años que falleció el poeta, ensayista, y profesor. Como buen franciscano dejó en herencia sus palabras, sus pensamientos más queridos en cuadernos manoseados por las revisiones de las lecturas; algunos libros y sus crucifijos. Nada que aparente valor terrenal, pero de gran valor espiritual. En una pequeña caja estaba todo, y al abrirla me ha parecido que estabamos llegando a su alma, entrando en sus pensamientos, y he pensado que quizás no éramos merecedores de tal privilegio. Se me vino a la mente si somos conscientes de que algún día nosotros también estaremos desnudos ante los demás dejando visibles nuestras debilidades y fortalezas; y que sin posible defensa seremos juzgados por las obras realizadas.
